La manipulación social por parte de la iglesia sobre los estados y las sociedades ha sido notoria desde que esta institución surgió en la Edad Media, pues desde siempre se ha lucrado con la fe de la gente, la cual se refugiaba en esto creyendo tener un apoyo y los eclesiásticos prácticamente los apuñalaron por la espalda al funcionar con el modus operandi basado en el lema de que "para ir al cielo hay que pagar", cosa por demás despreciable, sobre todo viniendo de personas que alegan estar para "salvar" las almas de la gente y se engorden los bolsillos con las ideas fieles de aquéllos aquejados por las desgracias en turno.
Basados en esto, decidimos seleccionar este tema para abrir un poco la perspectiva y mostrarle a la gente que no es necesario creer que hay alguien arriba para que las cosas se hagan, que dejen de enriquecer a la institución más fraudulenta creada en la historia de la humanidad.




sábado, 20 de febrero de 2010

Relacion estado-iglesia

Aparece, sin embargo, un momento en la historia universal, en el que en las relaciones entre “lo religioso” y “lo político” se produce un giro radical respecto a la concepción del principio básico que debe iluminarlas intelectual y vivencialmente y en la forma de regularlas social y jurídicamente. Es aquél en que Jesús de Nazareth, ante la pregunta de sus adversarios de por qué sus discípulos no pagan al César el tributo legalmente exigido a todos sus súbditos, y después de pedir que le mostrasen la moneda del tributo, contestase: “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Desde ese momento se iniciaba, con la Iglesia por Él fundada, la historia de una fórmula de vida religiosa y social en la que se rechaza y supera simultáneamente el modelo del monismo antropológico, cultural y jurídico en el que lo “religioso” es absorbido por lo “político” y/o viceversa, monismo vigente en todas las culturas y constelaciones jurídico-políticas conocidas hasta entonces, sin excluir la del pueblo de Israel, pueblo portador de una experiencia religiosa singular, expresada en el reconocimiento de un solo Dios verdadero, Creador y Señor del universo y el único Santo. Este mismo monismo religioso-político se mantendría esencialmente igual hasta el presente como el presupuesto no discutido y normal de la concepción vigente social y culturalmente en la vida política normal de los Estados de raíces y tradición no cristianas.

viernes, 19 de febrero de 2010

La iglesia y los gobiernos del mundo

Es evidente, sin embargo, que el planteamiento cristiano del problema no sólo nos afecta a nosotros, al mundo de las sociedades y Estado europeos y americanos, sino que se ha convertido, por lo que respecta a la teoría y a la práctica moderna y contemporánea de la comunidad internacional, en un referente ineludible y decisivo para la recta comprensión del mismo y su fructífera solución. Todavía impresiona con fuerza cómo los primeros cristianos de la primitiva Iglesia, guiados por Pedro y los demás Apóstoles, van pagando con su sangre martirial el precio de la libertad del acto de fe en Jesucristo, Hijo de Dios y Redentor del hombre, frente al mandato del culto imperial en los tres primeros siglos de su historia y cómo luego en el Imperio Constantiniano prosigue la pugna de la Iglesia, conducida por Pastores insignes, por su libertad en forma, en ocasiones, no menos martirial y heroica. Mantener y consolidar esta libertad a lo largo de todo el primer Milenio de su historia fue uno de los grandes, permanentes y sacrificados empeños pastorales, sobre todo de los Papas, frente a las tentaciones de retornar a fórmulas paganas por parte de los emperadores, primero de Roma, después y siempre de Bizancio.

martes, 16 de febrero de 2010

Evolución del Catolicismo en el Entorno Social

Es la historia del nacimiento y de la progresiva consolidación de la libertad de la Iglesia en los primeros mil años de cristianismo ha quedado genialmente documentada en la obra clásica de Hugo Rahner sobre “Iglesia y Estado en el temprano cristianismo”1. El gran maestro de la Facultad de Teología de la Universidad de Innsbruck había publicado por primera vez esta obra en 1943 con otro y muy significativo título, “Libertad de la Iglesia en Occidente” –“Abendländische Kirchen freiheit”–, cuando la Alemania nacionalista en pleno apogeo se percibía todavía triunfante en el escenario de la II Guerra Mundial desencadenada por sus dirigentes en 1939. Tiempo éste que caracteriza el autor en 1960 como de lucha entre la Iglesia y el Estado al escribir el prólogo de la nueva versión de su obra. “Los tiempos se han vuelto desde entonces –desde 1943– más tranquilos, quizá sólo aparentemente o de momento”, confiesa el autor2. Y, añade, en todo caso, “el problema de la relación Iglesia y Estado permanece tan excitante como siempre. Está mortalmente vivo en América y en Rusia y puede ocurrir lo mismo en cualquier momento entre nosotros –los alemanes– que nos encontramos comprimidos entre las dos potencias mundiales”3. Este diagnóstico histórico de la situación del problema de las relaciones Iglesia y Estado a comienzos de los años sesenta del pasado siglo, formulado en términos un tanto cargados de dramatismo por el Prof. Hugo Rahner, puede ser no aplicable sin más al estado actual de la cuestión. Muchos son, sin embargo, los grandes y trascendentales acontecimientos que tuvieron lugar en la Iglesia y en el mundo de la política en este casi ya medio siglo transcurrido desde 1961, fecha de la publicación de su libro, que han dejado profunda huella en el planteamiento de ese problema bimilenario, condicionante tan duradera y vitalmente de la historia de los países europeos y americanos y, con peculiaridades muy propias, de la historia de España. La Iglesia Católica ha vivido un Concilio Ecuménico, el Concilio Vaticano II, concluido el 1965, y cuyo significado ha transcendido los límites internos de su propia realidad espiritual y pastoral; y en 1978 recibía a un Papa, venido de Polonia, el primer Papa no italiano de los últimos cinco siglos de su historia, Juan Pablo II, que en su extraordinariamente largo y prolongado pontificado la introduciría con un dinamismo apostólico y una proyección misionera sin precedentes en el segundo milenio de la historia cristiana y en el siglo XXI. La humanidad, entre tanto, continuó su proceso de “globalización” con un ritmo a veces trepidante y siempre en la misma dirección de la intercomunicación generalizada sin fronteras físicas y políticas, sorprendida ante la caída insospechada del Muro de Berlín en 1989 y el derrumbamiento inesperado del sistema soviético en Europa, el lugar cultural y político originario de su nacimiento, forzado militarmente.

lunes, 15 de febrero de 2010

Clero regular y secular en la colonia


En la primera mitad del siglo XVI la evangelización estuvo a cargo del clero regular, formado por los frailes franciscanos, agustinos y dominicos que obedecían la regla de su monasterio. Se organizaban territorialmente en provincias y doctrinas bajo la dirección de un provisional que dependía de la autoridad del papa. Estos primeros misioneros promovieron la formación de la republica de indios para que estos vivieran como primeros cristianos.
El clero secular estaba formado por párrocos, obispos ,arzobispos y cardenales organizados territorialmente en diócesis que dependían del virrey y del rey, quienes podían nombrar obispos y fundar monasterios y diócesis.los miembros del clero secular llegaron principalmente para atender las necesidades espirituales de los españoles y criollos, y algunos vinieron al nuevo mundo buscando poder y riquezas.
Durante la colonia la relación entre el clero regular y secular y entre la iglesia y el poder virreinal no siempre fue cordial, ya que llegaron a tener serios enfrentamientos. El clero regular gozaba de cierta independencia respecto a la corona pues rendía cuentas principales a roma, mientras que el clero secular estaba subordinado a las autoridades políticas de España y nueva España. En América era el rey quien defendía las políticas tanto espirituales como gubernamentales ya que el papa lo había nombrado patrono de la iglesia para las colonias. El virrey, como representante del monarca tenía el cargo de vicepatrono.
A mediados del siglo XVII los monarcas y obispos fueron limitando el poder de los frailes (clero regular) y los conventos pasaron poco a poco a manos del clero secular.